2008-04-08
[en] [de] [it]El 5 de abril de 2008, un reportaje televisivo del canal en inglés de Al Jazeera sobre el destruido campamento de refugiados palestinos de Nahr al-Bared, en el norte de Líbano, es un ejemplo de la marginación mediática del citado campamento y su reubicación como una simple cuestión humanitaria en detrimento de su dimensión política. Desde que el enfrentamiento entre el ejército libanés y el grupo militar islamista Fatah al-Islam se trasladara desde las calles de Trípoli al campamento de Nahr al-Bared, por estas fechas del año pasado, los medios de comunicación, en su mayor parte, sólo han informado de la contienda entre el ejército y el grupo islamista. En las contadas ocasiones en que los medios han cubierto la situación que viven los más de 30.000 palestinos residentes en el campamento que huyeron durante los enfrentamientos, su enfoque informativo se ha limitado a los problemas humanitarios que ellos enfrentan, ignorando las manifiestas preguntas políticas que sólo los habitantes del campamento parecen hacerse.
En la tarde del 3 de abril, el equipo del canal en inglés de Al Jazeera, junto con personal del aparato de seguridad del ejército libanés, apareció en la calle Majles, en Nahr al-Bared. Hasta entonces, el ejército libanés había prohibido la toma de imágenes y fotografías en Nahr al-Bared. En los numerosos puestos de control, tanto dentro como fuera del campamento, se cacheaba a las personas en busca de cámaras, y los equipos encontrados estaban sujetos a confiscación. A los periodistas en general no se les permite el ingreso al campamento, y en los casos en que obtienen el permiso necesario, deben ir escoltados por soldados y agentes del aparato de seguridad.
El reportaje de Al Jazeera, de tres minutos de duración, titulado “El regreso de los refugiados a Nahr al-Bared” se centró en los trabajos planificados para despejar el destruido campamento y en la deficiente infraestructura que encuentran los residentes que poco a poco regresan, así como los planes del comité de reconstrucción del campamento para reconstruirlo en los próximos dos años. Estos aspectos, que pueden ser descritos como preocupaciones humanitarias, son relevantes en la medida en que preocupan a muchos refugiados, y Al Jazeera los ha cubierto de una manera más o menos responsable.
Sin embargo, el limitado alcance humanitario ignora totalmente la dimensión política de la situación en Nahr al-Bared. Al Jazeera no menciona la masiva presencia y el papel político del ejército y los servicios de seguridad libaneses en el campamento. La destrucción del campamento es presentada como el resultado “normal” de una contienda militar, cuyo relato no es puesto en duda a pesar de que las ruinas de los edificios ofrecen una palpable evidencia de saqueo, destrucción intencionada e incendio premeditado. También queda sin responder la pregunta de si la destrucción, aparentemente sistemática, es el resultado de órdenes motivadas políticamente. De hecho, a pesar de que muchos de los muros de las viviendas contienen restos de manchas de petróleo, las imágenes captadas por Al Jazeera sólo incluyen estructuras donde esta destrucción no es visible.
La reportera de Al Jazeera Zeina Khodr señala en el reportaje: “Cerca de 10.000 [residentes que fueron desplazados durante la contienda] han vuelto a Nahr al-Bared en los últimos meses, pero sólo a alojamientos en las afueras del campamento.” Khodr no menciona que a muchos refugiados aún no se les permite volver ya que el acceso al campamento requiere de permisos del ejército y de los servicios de seguridad libaneses. Muchos no han podido obtener los permisos necesarios que podrían permitirles pasar a través de los muchos puestos de control donde las fuerzas libanesas controlan todo movimiento, tanto dentro como fuera del campamento.
Khodr continúa señalando: “Detrás de estos edificios se encuentra una zona conocida como el campamento viejo. Fue reducido a escombros durante los enfrentamientos del año pasado y continúa cerrado mientras el ejército sigue en busca de municiones. Muchos de los habitantes del campamento, cerca de 20.000 refugiados [sic], vivían aquí, y no podrán volver por el momento.” Las palabras de Khodr llevan a la conclusión de que el campamento viejo resultó dañado hasta este punto debido a los enfrentamientos entre Fatah al-Islam y el ejército libanés. Lo que la reportera no menciona es que muchas casas fueron de hecho incendiadas y demolidas después de terminada la contienda, y cuando sólo el ejército libanés se encontraba en el campamento viejo. Además, no se cuestiona cómo éste pudo ser completamente arrasado (ni una sola estructura permanece intacta) durante los enfrentamientos.
Al no poner en duda ni revelar sus fuentes cuando [Khodr] señala que el campamento viejo sigue siendo inaccesible ya que se debe limpiar de municiones, Khodr le otorga al ejército libanés el beneficio de la duda. Si se hubiera entrevistado con los habitantes del campamento, le podrían haber revelado el temor compartido por muchos de que la afirmación del ejército libanés de que podría haber explosivos sin detonar es una excusa para impedir intencionadamente la apertura del campamento viejo, y, por lo tanto, retrasar su reconstrucción. Por otra parte, debería haber sido mencionado que, incluso en los escombros de las casas a las que se pudo acceder –teóricamente limpias de minas— los refugiados que han retornado han encontrado bastantes explosivos sin detonar.
Con reportajes como éstos, donde la noticia se limita a la situación humanitaria en el campamento, el canal en inglés de Al Jazeera y otros medios de comunicación de referencia no informan sobre la total dimensión del problema que enfrentan los palestinos en Nahr al-Bared. En lugar de realizar una investigación crítica, estos reportajes simplemente aceptan y repiten la versión oficial del Gobierno y del ejército libaneses sobre lo que sucedió y continúa sucediendo en el campamento de refugiados. Esto, por supuesto, en perjuicio de los 30.000 refugiados palestinos que, una vez más, se encuentran desalojados de sus casas, robados, humillados y oprimidos. Y lo que es más, si la situación de Nahr al-Bared no se cuestiona se presta a que se repita en algún otro de los muchos campamentos de refugiados en Líbano.
Artículo original publicado en inglés por Ray Smith, un miembro de a-films, en Electronic Intifada.